El edificio que referimos es una capilla mozárabe situada en el interior del monasterio benedictino de San Salvador de Celanova, ubicado en el centro en la villa y capital del municipio de su mismo nombre y de la comarca de Terra de Celanova, situado al nordeste de la provincia de Ourense. Se trata del único resto arquitectónico de la época fundacional del monasterio, su declaración como monumento nacional es anterior e independiente de la del monasterio. A pesar de lo reducido de sus dimensiones, se trata del mejor exponente de la arquitectura gallega del siglo X.
Tiene una superficie de casi 22 metros cuadrados y su altura no alcanza los seis metros, medidas que le otorgan el carácter de capilla u oratorio privado, relacionado con la figura de San Rosendo, uno de los personajes más importantes de la historia de Galicia, emparentado con los reyes leoneses, obispo de Mondoñedo y Santiago y fundador del monasterio de Celanova, del que llegaría a ser su abad y en el que vivió en sus últimos días.
Según las fuentes documentales, dicha capilla fue levantada entre 932, año en que san Rosendo (907-977) fue a León a pedir permiso para levantar un monasterio en este lugar y 942, fecha en que fue consagrada con la asistencia del rey, el obispo y otras dignidades. Algunos autores consideran el año 936 como posible fecha de la fundación del monasterio, que llegó a adquirir una extraordinaria importancia, con dominio señorial sobre numerosos pueblos, villas, monasterios, prioratos e iglesias.
En 1506 se une a la Congregación de San Benito el Real de Valladolid, lo que produce una revitalización del monasterio. Después de la exclaustración del siglo XIX la iglesia se convirtió en la parroquia de San Verísimo y el monasterio se dedicó a diferentes usos administrativos, como cárcel y ayuntamiento, cuartel, escuelas e incluso vivienda particular.
Refiriéndonos a la capilla mozárabe de San Miguel de Celanova, el edificio presenta una calidad constructiva excepcional –bóveda de cañón de herradura en la nave, nervada en el crucero y de cascarón gallonado en el ábside-, razón por la cual siempre ha llamado la atención.
“El soberbio aparejo de sillería asentada en seco que se utiliza –escribe Julio González Montañés–, la extraordinaria variedad en las cubriciones, el cuidado en las proporciones y en los elementos decorativos, son excepcionales y nos muestran un maestro de obras y un taller –probablemente mozárabes venidos del sur– conocedores del arte islámico, en concreto de las soluciones constructivas empleadas en la mezquita de Córdoba” [1].
Situada en el ángulo nordeste del monasterio, en lo que fue el jardín del noviciado, justo detrás de la iglesia abacial e igualmente orientada, consta de tres cuerpos alineados, nave, crucero y ábside, comunicados por arcos de herradura, el de entrada al ábside enmarcado con el característico alfiz musulmán. El ábside forma un círculo casi completo inscrito en una planta cuadrada al exterior, y está cubierto por una pequeña cúpula con resaltos. La planta, al contrario de lo que ocurre con frecuencia en la arquitectura mozárabe, no es basilical, sino que se presenta como una simplificación del tipo cruciforme que aparece en algunos edificios de la época, caso de la iglesia de Santiago de Peñalba (León).
El conjunto logra un agradable juego de volúmenes con sus diferentes alturas. Destaca el crucero central, que en realidad es la nave principal, más grande y de mayor altura que la primera, de planta cuadrada y está cubierto por bóveda de arista hecha de ladrillo sobre arcos murales laterales de herradura apoyados en voladizos de modillones lobulados y reforzada en el exterior con contrafuertes.
En cada uno de los lados de este cuerpo se abre una pequeña ventana, que permite la iluminación del interior. La nave, a la que se accede por una puerta lateral con una inscripción sobre el dintel, se cubre con bóveda de cañón y es de pequeñas dimensiones, lo mismo que el ábside –rectangular al exterior y casi circular por el interior–, a modo de “un verdadero mihrab islámico que se abre al crucero por medio de un arco de herradura enmarcado por un alfil” [2].
Según se aprecia, las influencias del arte califal de la mezquita cordobesa son evidentes tanto en las cubiertas, como en los arcos de herradura con alfiz y sobre todo en la decoración a base de modillones lobulados de fuerte concavidad, decorados lateralmente con dibujos geométricos, alternando rosetas y espirales, que sostienen el alero, muy volado, del tejado del cuerpo central.
Para Ángel del Castillo, “es el más interesante ejemplar de la arquitectura mozárabe en Galicia, único en su tipo (de otros hay varios), y el más completo y mejor conservado”, mientras que para el entrañable profesor Manuel Núñez Rodríguez, “concíbese un conxunto que prefigura unha comprensión da totalidade arquitectónica, aínda que parezca seccionado e susceptible dunha análise illada, onde un cálculo matemático parece garantizar o control físico desexado, así como a exactitude da execución técnica” [3].
Notas
[1] González Montañés, Julio. «Capilla mozárabe de San Miguel», en Enciclopedia de los Monumentos de Galicia. p. 279. Editorial SOS. Vigo, 1999.
[2] Op. cit.
[3] En Mosteiros e conventos de Galicia (www.udc.es). Citas referidas a Ángel del Castillo (1886-1961) para su «Inventario de la riqueza monumental y artística de Galicia», publicado en 1972 y reeditado en 2008 por la Fundación Barrié. De Manuel Núñez Rodríguez, en su libro Arquitectura Prerrománica, COAG (Colexio de Arquitectos de Galicia), 1978.
Bibliografía
Bendala Galán. «La Antigüedad. De la prehistoria a los visigodos». En Manual del Arte Español. Madrid, 2003.
González Montañés, Julio. «Capilla mozárabe de San Miguel», en Enciclopedia de los Monumentos de Galicia. Vigo, 1999.
López Bernáldez, Carlos. Breve historia del Arte Gallego. Vigo, 2005.
Núñez Rodríguez, Manuel. Arquitectura Prerrománica. COAG (Colexio de Arquitectos de Galicia), 1978.
www.udc.es
(*) Licenciado en Historia del Arte. Universidad de Santiago de Compostela
Fotos: José Antonio Gil Martínez y Freecat