Han pasado 462 días desde que la ruta marítima por el Cabo de Buena Esperanza comenzó a ganar protagonismo, como alternativa al paso por el Canal de Suez, debido a la inseguridad para la navegación en el Mar Rojo y a las estrategias de las navieras para sortear los riesgos de los conflictos en Oriente Medio.
Sudáfrica es el único país africano en la alianza BRICS, lo que le otorga una posición estratégica significativa en la geopolítica global. Su participación en el bloque junto con Brasil, Rusia, India y China, le ha permitido fortalecer sus relaciones comerciales, atraer inversiones y posicionarse como una importante puerta de entrada al continente africano. Sudáfrica también es la economía mas industrializada de África, siendo China su principal socio comercial, aunque sus intercambios con Rusia e India son considerables.
Sudáfrica es el primer país del continente que ocupa el liderazgo rotatorio del G20 y ha hecho de la política climática para los países del sur global, una de sus prioridades.
EE.UU ya ha descartado asistir a la próxima cumbre del G20. El malestar por parte del gobierno norteamericano hacia las iniciativas climáticas, políticas expropiatorias y de redistribución de tierras sudafricanas, ha generado tensiones con el país africano, al considerarlas políticas contrarias a los intereses y simpatizantes estadounidenses. Estados Unidos asumirá el liderazgo del grupo de las mayores economías del mundo el año próximo, un traspaso, que, tras este revés, probablemente será tenso. Es inusual que un país no asista a las reuniones del G20, y la ausencia de Estados Unidos se produce en un momento en que China busca fortalecer aún más sus vínculos con el continente africano.
Mientras, EE.UU. ya ha anunciado la interrupción de cualquier tipo de financiación futura a Sudáfrica y la imposición de posibles sanciones, lo que ha generado una gran incertidumbre en el comercio internacional. Existen dudas sobre si Estados Unidos se retirará ahora del G20, cuyas reuniones a lo largo del año, culminan en una cumbre el próximo mes de noviembre, o si solo renuncia a la próxima reunión.
Sudáfrica y sus instalaciones portuarias, son un actor clave en las rutas marítimas globales en estos momentos por lo ya comentado, pero si el gobierno norteamericano lleva a cabo sus medidas restrictivas y la relación con otros países aliados se deteriora, la mayoría de las navieras se verán obligadas, de una o de otra manera, a variar sus puertos de escala y avituallamiento. El tejido exportador sudafricano se vería seriamente afectado, al igual que su sector minero que dependen absolutamente de las salidas marítimas a través de sus puertos.
La influencia de los BRICS en el comercio marítimo
El bloque BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha buscado fortalecer sus lazos comerciales para reducir la dependencia del sistema financiero occidental. La creciente colaboración entre estos países, ha impulsado acuerdos de infraestructura y comercio, pero también ha generado tensiones con EE. UU. y la UE. La participación de Sudáfrica en este bloque y su alianza con Rusia y China, ha tensionado la situación geopolítica.
China, por su parte, ha invertido en proyectos clave en Sudáfrica, pero también en otros corredores estratégicos, como el puerto de Chancay en Perú y el puerto de Gwadar en Pakistán, enclaves que podrían convertirse alternativas viables, si los puertos sudafricanos son excluidos de las principales rutas.
Estas circunstancias podrían reforzar la presencia de China y Rusia en la región, consolidándolos como socios estratégicos clave para el comercio y la infraestructuras portuarias.
Impacto económico de los precios del petróleo
Los precios del petróleo han mostrado una tendencia al alza a pesar de los factores bajistas del mercado. Esto se debe, en parte, a la incertidumbre en las cadenas de suministro, al impulso del nuevo gobierno estadounidense al sector petrolero, a la bajada de la producción en refinerías chinas y de Oriente Medio y a la posibilidad de que las tensiones geopolíticas en Sudáfrica, afecten a las rutas comerciales clave. Si los operadores y navieros deciden evitar los puertos sudafricanos, las rutas alternativas más largas podrían incrementar la demanda de combustibles y consecuentemente sus costes. Si Sudáfrica pierde su posición como punto estratégico de suministro y almacenamiento de combustible marino, otros puntos fortalecerían su posición.
Las nuevas medidas de EE.UU.
La inestabilidad en los puertos sudafricanos, ( Durban, Ciudad del Cabo, Puerto Elizabeth, East London, Richards Bay, Saldanha Bay y Mossel Bay), derivada de las recientes declaraciones del gobierno de Donald Trump, tendrán repercusiones significativas en las operaciones y escalas logísticas actuales. Con la reconfiguración de las cadenas de suministro, las rutas actuales sufrirán cambios en favor de los puertos atlánticos, Océano Indico y Mar Arábico, en los itinerarios que actualmente bordean el continente africano.
Por otra parte, la nueva orden ejecutiva de la Casa Blanca denominada «Política de inversión de Estados Unidos primero», pretende impulsar de manera preferente las terminales de contenedores americanas y sus alianzas estratégicas. Incluye instrucciones como: “Estados Unidos no debería permitir que la República Popular China se apodere de la infraestructuras críticas de Estados Unidos».
La Oficina del Representante Comercial de EE. UU., (USTR, sigla en inglés), responsable de desarrollar, coordinar y supervisar la política comercial internacional, así como de crear nuevas oportunidades y fomentar el crecimiento de los negocios estadounidenses en el resto del mundo, propuso el pasado viernes unas medidas para penalizar lo que se considera un dominio chino y promover el transporte marítimo estadounidense.
Entre estas propuestas se incluye que los operadores de buques chinos deban pagar hasta un millón de dólares por buque, si hacen escala en un puerto estadounidense.
Cualquier otro operador que utilizando un buque construido en China, haga escala en un puerto estadunidense, deberá abonar 1,5 millones de dólares por escala. A los operadores de buques se les cobrará hasta 1 millón de dólares por escala, si más del 50% de sus pedidos de nueva construcción se realizan con astilleros chinos. Inicialmente, el 1 por ciento de los productos de exportación de los Estados Unidos, deben ser transportados en buques con pabellón de los Estados Unidos por operadores estadounidenses. En el segundo año se incrementará este porcentaje al 3% y en el tercer año, al 5%. Tras siete años, el 15% de las exportaciones de los Estados Unidos deben transportarse en buques de bandera estadounidense y ser operados por EE.UU., de los cuales el 5% también deben ser buques construidos en astilleros norteamericanos.
Para los que hemos sido testigos del fuerte despegue del sector de la construcción naval china en los últimos años, podemos imaginar lo que suponen esta medidas. La nueva administración Trump busca recuperar su pabellón y la supremacía de la industria de la construcción naval, que se encuentra bajo mínimos tras muchos años y con cifras que no corresponden a las de una potencia mundial. Asimismo, supone una importante llamada a grandes inversiones del sector en territorio norteamericano. El nuevo gobierno de Trump es consciente, que su ansiada supremacía comercial, pasa por fortalecer el sector marítimo-portuario, sobre todo tras lo ocurrido durante el periodo del covid y las huelgas en los puertos. Y en este sentido, la distribución de sus productos no puede depender de navieras, flotas o empresas próximas a sus principales competidores.
La incertidumbre persiste en la ruta del Mar Rojo, con las recientes declaraciones de Hamás, en referencia a la interrupción de la segunda fase del alto el fuego, a pesar de los esfuerzos de las autoridades del canal y del gobierno egipcio por recuperar los tráficos. Ahora, se le suman los problemas geopolíticos de Sudáfrica y los nuevos decretos estadounidenses referentes a las terminales marítimas, bandera de los buques y lugar de fabricación de los navíos. Los operadores y navieras se enfrentan a una nueva encrucijada. Probablemente a una contundente reconfiguración de escalas para el trasbordo y avituallamiento. La variabilidad del precio del barril de petróleo de las últimas semanas, también hay que tenerla en cuenta, pues influirá sin duda en todos estos cambios.
Oportunidades para otros enclaves portuarios
Las cadenas de suministro han demostrado ser altamente sensibles a la inestabilidad geopolítica. Con las políticas arancelarias de Trump y la incertidumbre en Sudáfrica, muchas empresas podrían optar por diversificar sus rutas.
Los Puertos del Golfo Pérsico experimentan actualmente una creciente cooperación con India y EE.UU en materia energética. Puertos como Jebel Ali (Dubái) y Sohar (Omán), podrían convertirse en puntos de transbordo clave.
En América Latina, con el fortalecimiento de la relación entre China y Sudamérica, puertos como el de Chancay (Perú) y Santos (Brasil), podrían consolidarse su posición como grandes centros logísticos.
En Europa, Rotterdam, Hamburgo, Las Palmas y Algeciras podrían captar tráfico adicional a medida que las navieras reconfiguran sus rutas.
En el Sudeste asiático, Singapur, Colombo (Sri Lanka) y Port Klang (Malasia) podrían beneficiarse de los desvíos de tráfico.
Fotos: cedidas