En estos días, nuestro estimado amigo Agustín Miranda Armas nos ha hecho llegar una magnífica fotografía del buque “Consuelo de Huidobro”, tomada en 1934 en aguas del puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria. Es un documento gráfico interesante y nos hace evocar la vida marinera del único buque que tuvo el Sindicato Agrícola de Exportadores de Santa Cruz de Tenerife, un intento de asociacionismo sectorial que tiene sus raíces en la inestabilidad que provocó la Primera Guerra Mundial [1].
En sus orígenes este buque había sido un gánguil construido en 1912 en el astillero de Euskalduna con el nombre de “Larrasquitu”, por encargo de la compañía del Ferrocarril Bilbao-Portugalete. En 1925 la compañía santanderina Vapores Costeros compró este buque y lo transformó en mercante para dedicarlo al tráfico de cabotaje por los puertos del Cantábrico y recibió el nombre de “Consuelo de Huidobro”. Por entonces formaban parte de la flota de la mencionada compañía los buques “María Santiuste”, ex “Basurto”, gemelo del “Larrasquitu”; “Rita García”, ex “Chasna”, de Hamilton y Cía., adquirido en 1915 en unión del buque “Tenerife”, luego rebautizado “Antonio García” y otros barcos de parecido porte llamados “Conchita”, “Toñín”, “Ángeles”, “Magdalena” y “Amada”.
En diciembre de 1928, el Sindicato Agrícola de Exportadores de Santa Cruz de Tenerife adquirió en Bilbao el buque “Consuelo de Huidobro” para destinarlo al servicio frutero de cabotaje en Canarias. Desde el puerto de Santander, donde se hizo entrega del mismo a sus nuevos propietarios, se hizo a la mar al mando del capitán Riquelme y al amanecer del día 21 del citado mes arribó al puerto tinerfeño, continuando viaje aquella misma noche a Garachico, despachado por el consignatario Juan González.
Era un buque de 395 toneladas brutas, 211 toneladas netas y 394 toneladas de peso muerto, en un casco de 57,45 m de eslora total, 10,33 m de manga y 4,25 m de puntal. Estaba propulsado por una máquina alternativa de triple expansión –fabricada, bajo licencia, en los talleres de la firma MacColl & Pollock Ltd., en Sunderland– y una caldera a carbón, con una potencia de 350 caballos sobre un eje, que le permitía mantener una velocidad de ocho nudos.
Durante algo más de una década e inscrito en la matrícula naval de Santa Cruz de Tenerife, el buque “Consuelo de Huidobro” cumplió con su cometido alternando viajes de fruta y transporte de carga general. Aquellos eran los tiempos en los que los barcos del cabotaje llevaban “en sus bodegas el tesoro de las cargas humildes y, sobre sus estelas, los negros penachos vomitados por las chimeneas mientras, en las profundidades, las hélices rompían la mar”, en el decir marinero de Juan Antonio Padrón Albornoz.
En 1944 lo compró Rafael Trujillo Álamo, representante de la firma Trujillo Hermanos, vecinos de Agaete (Gran Canaria) y, en unión de los buques “Esperanto” y “San Carlos” –que ya estaban bajo su dominio–, el buque de esta historia inició un servicio regular entre el puerto de Las Palmas de Gran Canaria y la playa de Sidi-Ifni. Habían transcurrido diez años desde que dicho enclave africano hubiera sido ocupado por las fuerzas al mando del coronel Capaz y los suministros llegaban todos por vía marítima.
En 1947 el buque “Consuelo de Huidobro” fue adquirido por Naviera Compostela y después de una modernización que cambió por completo su apariencia externa, y en la que la caldera fue adaptada para el consumo de combustible líquido, recibió el nuevo nombre de “Río Sarela” [2]. Después lo compró Fruteros Españoles, etapa en la que embarrancó en la costa de Agadir. Sucedió el 10 de febrero de 1962 y quedó en seco en la desembocadura del río Sus, siendo reflotado con la ayuda de las barcazas «Sahara» y «El Aargub». A remolque de ésta arribó el 26 de febrero al puerto de Las Palmas de Gran Canaria, donde fue reparada. Lo sorprendente de la noticia es que dice que a bordo viajaban 72 personas [3].
Posteriormente pasó a la propiedad del armador Daniel Hernández Suárez, con oficinas en las dos capitales canarias, etapa en la que compartió singladuras con el buque “Costa Antillana”, de su misma contraseña, en los servicios regulares de cabotaje y con los puertos de El Aaiún y Villa Cisneros, hasta que sobrevino su pérdida. El 5 de marzo de 1973, cuando navegaba cerca de la capital del Sahara, el buque “Río Sarela” fue abordado y hundido por el petrolero griego “Tritón”.
En aquellos días se había extendido una espesa capa de polvo del desierto que cubría extensas zonas de la costa africana y de Canarias y el pequeño barco español no disponía de radar. El golpe recibido provocó que éste se hundiera rápidamente y la tripulación, formada por doce hombres, consiguió ponerse a salvo y fue rescatada por el pesquero “Manolo Marleta”, siendo desembarcada en el mencionado puerto. Cuando se produjo el accidente, el buque “Río Sarela” contaba nada menos que 61 años de vida marinera.
Foto: Leo Wehrli [Archivo de la biblioteca de la Eidgenössische Technische Hochschule Zürich, ETH]. Colección de Agustín Miranda Armas.
Notas:
[1] Para profundizar en este interesante capítulo de la economía de Canarias, ver: Suárez Bosa, Miguel. Los sindicatos agrícolas en Canarias en el primer tercio del siglo XX. En Revista Española de Estudios Agrosociales y Pesqueros. pp. 113-138. Madrid, 1996.
[2] Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Gris naval en la Marina Mercante española. p. 384. Santa Cruz de Tenerife, 2013.
[3] La Vanguardia, 11 de febrero de 1962.