Antonio Sosa Rodríguez, in memoriam

Antonio Sosa Rodríguez, viejo y buen amigo cuya amistad nació en 1979, en los tiempos del primer Cabildo de la democracia en La Palma al amparo de Unión de Centro Democrático (UCD), ha iniciado hoy la singladura eterna. Sabíamos, desde hacía tiempo, de su lucha titánica por la vida y las vicisitudes sufridas, pero conociéndole como le conocíamos, sabíamos también que no desmayaría en su empeño por mantener el pulso vital hasta el final. Y así ha sido.
Antonio, Toño para sus amigos, es paradigma del paisano honesto, trabajador, emprendedor y sociable por naturaleza. Hombre hecho a sí mismo, el turismo y el transporte fueron dos de sus grandes pasiones en las que prestó un servicio impagable a su isla, a la que amaba sin límites; pocos palmeros hemos conocido tan defensores de su tierra, dentro y fuera de la política, y más fuera de ella desde su posición como presidente del CIT de La Palma, del que fue su promotor extraordinario y a título personal. A veces rayaba en la vehemencia, y a veces no compartimos sus posturas, pero nunca vimos afectada nuestra amistad, incluso en las situaciones más tensas, como en la época en la que nos correspondió asumir responsabilidades en Binter Canarias, entonces filial del Grupo Iberia.
Antonio Sosa desarrolló su vida profesional en la Casa Cabrera y vivió la actividad del puerto palmero en primera persona. Durante un tiempo alternó con la agencia Viajes Insular y un día le llegó el momento cumbre de su carrera cuando fue nombrado delegado de Trasmediterránea en La Palma, cargo que desempeñó hasta su jubilación y a quien la compañía le distinguió con el nombramiento de delegado honorario. Realizó una fecunda labor, especialmente en las mejoras del tráfico frutero, en el que conoció una profunda innovación en un sector del que fue un destacado valedor.
De su trabajo y constancia a favor del turismo en La Palma, en estas líneas no tenemos espacio suficiente par el merecido reconocimiento a su labor, que alcanzó unos límites extraordinarios. Primero, desde su posición de consejero de Transportes y Turismo del Cabildo Insular de La Palma, en la corporación presidida por Gregorio Guadalupe Rodríguez y formada por uno de los grupos más selectos de palmeros entregados al ejercicio honesto de la política que ha tenido la isla, sea cual fuere la posición de cada cual.
Mantuvo una lucha constante dentro y fuera de La Palma, con el respaldo del Patronato de Turismo y la asistencia frecuente a las principales ferias europeas y una apuesta por los cruceros de turismo desde finales de la década de los setenta, que hoy están plenamente consolidados. Lucha persistente con Iberia para el vuelo directo con Madrid, que lo consiguió y comenzó vía Tenerife Sur con un avión Boeing B-727. Lucha vehemente con Binter Canarias para ajustar horarios y frecuencias para que la isla estuviera mejor comunicada. De su machacona insistencia desde la presidencia del CIT, en la que vivió una etapa donde se sintió plenamente realizado, para la mejora de la planta hotelera y de la red de apartamentos y casas rurales. Idas y vueltas a despachos oficiales y privados para enaltecer el nombre de La Palma, a cambio de nada. Porque Antonio Sosa nunca pretendió nada para sí y nunca exigió más allá de lo que él entendía legítimo para las aspiraciones de su isla.
Descanse en paz el admirado, querido amigo y “pariente”, que así es como le gustaba saludarnos. Nunca le escuchamos una palabra más alta que otra y le recordaremos siempre con su paciencia hablando de lo que realmente corría por sus venas. Le envío un abrazo muy fuerte a su familia y a su hermano Mario desde la otra orilla del mar que nos separa en este momento triste. Tengan por seguro que Antonio ha sido un palmero grande, un palmero entre los palmeros de una dimensión superior, de aquellos que han amado por encima de todo lo que más han querido en sus vidas y tiene en letras de honor el nombre de La Palma.
Foto: eldiario.es