Antonio Rodríguez Díaz (1939-1998)

La memoria fértil nos traslada a los años en los que la amistad fraguada y compartida felizmente nos mantuvo unidos en el trato siempre respetuoso y afable. Su recuerdo tiene la impronta de un hombre intachable y un profesional relevante y eficiente. Por ello hemos querido, al iniciar esta nueva sección, evocar la figura y la personalidad del capitán Antonio Rodríguez Díaz, a quien conocimos cuando estaba al mando del petrolero “Valencia”, de la flota de CEPSA, compañía en la que desarrolló una parte importante de su vida profesional.
Antonio Rodríguez Díaz nació el 7 de junio de 1939 en Las Palmas de Gran Canaria. Decidió muy joven su vocación por el mundo de la mar y los barcos, de modo que en mayo de 1955 comenzó sus estudios en la Escuela Oficial de Náutica de Santa Cruz de Tenerife, de la que salió alumno en enero de 1958. El 7 de noviembre de ese mismo año embarcó de agregado en el vapor “Castillo Bellver”, para hacer sus prácticas reglamentarias para la obtención del título de piloto de la Marina Mercante.
El barco era entonces propiedad de Marítima Colonial y Comercio (MARCOSA) y el joven alumno permaneció a bordo 24 meses y 27 días, que sumaron 344 días de mar, en los que efectuó ocho viajes con cargamentos de madera en rollo procedente de la Guinea Española, haciendo escalas en los fondeaderos de Puerto Iradier, N’ Dote, Río Benito, Ekuko, Bata y Santa Isabel, así como Santa Cruz de Tenerife, El Musel, Santander, Bilbao, Pasajes, Cartagena, Hornillos, Valencia y Barcelona, en el que desembarcó el 4 de diciembre de 1960 por término de sus prácticas.

El 5 de mayo de 1961 obtuvo el título de piloto de la Marina Mercante y a continuación sobrevino la primera oportunidad para embarcar y lo hizo capitán al mando de la barcaza de desembarco “El Aargub”, abanderada en Panamá, en la que permaneció hasta el 26 de enero de 1962, haciendo tres viajes a la vecina costa africana llevando cargamentos de cereales entre Tarfaya y Agadir, con una escala en Puerto del Rosario.
A continuación se produjo otro embarque breve, de primer oficial, en el vapor “Capitán Mayoral”, en el que estuvo embarcado 21 días, en el mes de abril de 1962, y en el que hizo un viaje a Sidi-Ifni con escala en Santa Cruz de Tenerife. Este pequeño buque pertenecía al Ejército de Tierra y tenía a su cargo una parte del apoyo logístico a las guarniciones del Sahara español.
Sin embargo, el horizonte profesional en Canarias no era entonces el propicio y el joven oficial decidió emprender la aventura de los barcos nórdicos, razón por la cual en el segundo semestre de 1963 se produjeron dos embarques en buques suecos: “Christofer”, de segundo oficial y “Bifrost”, de tercer oficial. Ello le permitió conocer la navegación en el Mar Báltico y Mar del Norte, con escalas en puertos de Suecia, Dinamarca, Noruega, Irlanda y Holanda.


Tras esta breve campaña de apenas siete meses se había presentado la oportunidad de regresar a España para embarcar en la Compañía Frutero Valenciana de Navegación (COFRUNA), iniciándose así una etapa de cuatro años de duración. El 25 de enero de 1964 embarcó de tercer oficial en el vapor “Alcalá”. El 22 de abril del citado año pasó con igual empleo al vapor “Alberique” y el 30 de noviembre siguiente embarcó de segundo oficial en la motonave “Torres de Serranos”.
En dicho periodo alternó en embarques con su gemelo “Torres de Cuarte”, haciendo viajes en líneas nacionales y también al norte de Europa (Rotterdam, Hamburgo, Kiel, Liverpool) y por la costa oeste de África (Dakar, Abidjan, Luanda y Lobito) y así estuvo hasta el 4 de abril de 1968, en que desembarcó de la motonave “Torres de Serranos”. Por el medio, dos acontecimientos importantes: el 15 de julio de 1966 obtuvo el título de capitán de la Marina Mercante y 11 de marzo de 1967 contrajo matrimonio con Enriqueta López Gómez, de cuya unión nacieron tres hijos.


Y como las ocasiones hay que aprovecharlas cuando se producen, apenas dos semanas después de su desembarque de COFRUNA, el 17 de abril de 1968, embarcó de tercer oficial en el petrolero “Bailén” –capitán, José de Barrasa-, en el que volvería a los puertos de Guinea Ecuatorial e iniciándose así su larga vinculación con CEPSA, que habría de prolongase por espacio de veinte largos años. Con el empleo de tercer oficial navegó también entre septiembre de 1968 y diciembre de 1969 en los petroleros “Zaragoza”, haciendo viajes al Golfo Pérsico a cargar crudo y “Albuera”, en viajes nacionales. El 14 de diciembre de 1969 embarcó de segundo oficial en el butanero “Tamames”, haciendo algunos viajes a Inglaterra, Holanda y Francia, así como escalas en otros puertos nacionales. El 13 de junio de 1970 pasó con el mismo empleo al petrolero “San Marcial” –hacía poco, entonces, que este barco había perdido la consideración de buque-insignia de la flota de CEPSA- con el que hizo su primer viaje a Scravos (Nigeria).
A partir de junio de 1971 comenzó su etapa de primer oficial en los petroleros “Monteleón” y “Arapiles” (recién estrenado, abril-octubre de 1972). Luego se abrió un paréntesis de casi cuatro años en tierra y en enero de 1976 embarcó de nuevo, con el mismo empleo, con el buque “Bailén”, dedicado al transporte de asfaltos; seguido del “Vitoria”, de bandera liberiana y propiedad de CEPSA, en el que embarcó el 22 de abril del citado año. Tres meses después, el 29 de julio asumió el mando de este buque. Su primer interinaje tuvo una duración de dos meses y durante ese tiempo hizo viajes entre Tenerife, varios puertos de la península, Middelsbrough y Amberes.
En los dos años siguientes, hasta diciembre de 1978, desempeñó los empleos de primer oficial y capitán del petrolero “Bailén”, capitán del petrolero “Móstoles” y primer oficial y capitán del petrolero “Valencia”, del que a partir del 1 de julio de 1979 sería capitán efectivo y su barco por espacio de casi una década, con las excepciones de mando en los petroleros “Gerona” (junio-octubre de 1979) y “Astorga” (mayo-septiembre de 1986 y abril-agosto de 1988).


Cuando CEPSA vendió su flota, los petroleros de crudo pasaron a la contraseña de Naviera Maersk España. El capitán Antonio Rodríguez Díaz se integró en la plantilla de la citada empresa de origen danés y el 9 de junio de 1989 asumió el mando del petrolero “Maersk Valencia”, realizando cuatro campañas hasta su desembarque el 29 de mayo de 1991.
Entonces se había producido la venta de la flota de Naviera Maersk España a Naviera F. Tapias. El 9 de agosto de 1991 el capitán Antonio Rodríguez Díaz asumió el mando del petrolero “Valencia”, del que desembarcó el 16 de noviembre del citado año y al que ya no volvería más. El 9 de enero de 1992 asumió el mando del petrolero “Gerona” y cuando acabó la campaña de cuatro meses, el siguiente embarque lo hizo de capitán en el petrolero “Sandra Tapias”, en el que realizó seis campañas y otras cinco en el petrolero “Juana Tapias”, hasta su desembarque el 22 de septiembre de 1997.
Le vimos por última vez en el parque “García Sanabria”, en Santa Cruz de Tenerife, leyendo el periódico. Como siempre, su gesto amable y su tono comedido. El saludo afectivo, cordial y entrañable de quien siempre lo fue. Tiempo después, el capitán Antonio Rodríguez Díaz rindió su última singladura a edad temprana. Sucedió el 26 de febrero de 1998, a la edad de 58 años. Ha pasado el tiempo y su memoria sigue viva en el recuerdo de sus familiares y sus amigos, entre los que nos encontramos.



Recuerdos de amistad y singladuras
Un compañero y amigo suyo, el capitán Tomás González Sánchez-Araña, nos escribió poco antes de su fallecimiento unas notas sobre Antonio Rodríguez Díaz, de las que hemos extraído los siguientes párrafos:
“A pesar de ser ambos naturales de Las Palmas no nos conocíamos personalmente hasta que embarcó en el “Albuera” de tercer oficial (junio de 1969). Era varios años anterior a mí en la Escuela de Náutica. Pronto hicimos amistad a pesar de la diferencia de caracteres”.
“Antonio era una excelente persona y buen amigo, prudente, discreto y considerado con todo el mundo. No bebía alcohol ni vino en las comidas, casi ni fumaba y no solía salir del barco durante las estancia en puerto, aunque sus obligaciones se lo permitiesen. Era un estudioso, y tiene mérito de que a pesar de que no tenía formación previa en petroleros, pues procedía de COFRUNA, muy pronto se familiarizó con el transporte de hidrocarburos”.

“Como oficial y capitán de petroleros era un técnico experto que conocía a la perfección el transporte de los diversos tipos de hidrocarburos: aromáticos, ligeros, crudos, para los que son necesarios conocimientos específicos, todo ello unido al perfecto conocimiento de los barcos en los que estuvo, en especial el petrolero suez-max “Valencia” que fue “su barco” durante muchos años, al principio como primer oficial, luego como capitán de relevo y finalmente como capitán titular, cargo máximo de la Flota de CEPSA al que ascendió el 1 julio de 1979 (la misma fecha en fuimos ascendidos cinco primeros oficiales, incluido quien suscribe)”.
“No nos volvimos a ver hasta años después cuando me nombraron capitán del “Arapiles”, buque dedicado al transporte de productos químicos. Era un barco muy especializado por lo que le pedí al inspector de Flota, Fernando Unceta, que me mandase un primer oficial de confianza. Era un barco que necesitaba un personal muy capaz para manejar las diversas cargas, limpieza de sus tanques de acero inoxidable y tenía el aliciente -para mí por lo menos- de que cada poco tocaba puertos desde el Mediterráneo hasta Mar del Norte, con travesías entre casi todos los puertos del Mare Nostrum, Portugal, Francia, Bilbao… El inconveniente era que las travesías eran cortas se descansaba poco se descansaba durante las travesías larga, de varios singladuras de navegación – que eran pocas – y siempre que hubiese buen tiempo. Pero éramos gente joven y aguantábamos lo que tocara. Para un capitán, un primer oficial como Antonio era una garantía llevarlo a bordo y sobre todo siendo amigos”.

“La siguiente etapa en que volvimos a navegar en el mismo barco fue años después en 1989, cuando embarqué de primer oficial del petrolero “Valencia” y navegamos juntos durante tres campañas de cuatro meses cada una. Las circunstancias se habían invertido, el capitán era Antonio y yo cumplía mi cometido como primer oficial pero nuestras relaciones de amistad nunca cambiaron y ahora era él quien me reclamaba al Jefe de Personal para que me enviasen al petrolero “Valencia”. Nunca tuvimos problemas, aunque Antonio para mí tenía una “pachorra” canariona desesperante a veces, pero siempre al final nos poníamos de acuerdo”.
“En una ocasión cargando en la monoboya de Sidi Kerir, fue la única vez que lo vi nervioso, y no era para menos pero es que la situación era muy peligrosa. Se había levantado de improviso una de las clásicas galernas del Mediterráneo y el barco necesitaba desamarrar urgentemente de la SPM (Single Point Mooring). Antonio estaba en el puente aguantando el barco con la máquina. Yo estaba en el manifold con la tripulación de cubierta haciendo intentos vanos para desconectar la manguera de carga de 16“ de diámetro. Faltó el único cabo que nos unía a la SPM y estábamos con la manguera soportando todo el peso del barco. Una situación en extremo peligrosa, no solo por el seguro derrame, sino que a la menor chispa salíamos volando todos. Finalmente pudimos desconectar la manguera del manifold que dejó al barco libre para salir cuanto antes de la zona, pues llegó un segundo remolcador que tiraba del barco hacía proa ayudado con la máquina avante de nuestro barco y mejoró algo el tiempo”.
“Mi relación con Antonio Rodríguez Díaz, tanto personal como amigo y paisano fue siempre excelente y en el aspecto profesional nos entendíamos casi sin hablar. Fue para mí un auténtico mazazo su prematuro fallecimiento. Descansa en paz, amigo” [1].
Fotos: Juan Carlos Díaz Lorenzo, FotoFlite, Tomás González Sánchez-Araña y José de Barrasa
Nota:
[1] El autor de estas líneas, el capitán Tomás González Sánchez-Araña, falleció el 5 de junio de 2012. Nos envío el correo electrónico casi dos meses antes, mientras estaba hospitalizado.