Ángel Jaime Hernández de Paz (1927-2003)

En agosto de 2000, el Ayuntamiento de Fuencaliente de La Palma –en tiempos del alcalde Pedro Nolasco Pérez y Pérez–, a propuesta del grupo local de Coalición Canaria liderado por Gregorio Alonso Méndez, entonces en la oposición– y haciéndose eco de un sentimiento popular acordó por unanimidad el nombramiento de Hijo Predilecto en la persona de Ángel Jaime Hernández de Paz. De él escribimos entonces que era “un hombre entrañable, de acendrado amor y rebosante cariño y respeto por su tierra natal; un fuencalentero íntegro, un palmero noble, un marino ‘varado en tierra en su última singladura’ –en el decir del almirante Amancio Rodríguez Castaños– y, sobre todo, un ejemplo para las nuevas generaciones, de quien tanto ha hecho por los suyos y nunca ha pedido nada a cambio”[1].
Ángel Jaime Hernández de Paz nació el 5 de mayo de 1927 en Los Canarios. Era el octavo de los once hijos del matrimonio formado por Loreto Hernández Hernández y Ángela de Paz Pérez. Sus padres consolidaron una familia disciplinada y ordenada, a la usanza de la época, con ideales de honradez y deseos de querer y poder ser más y mejores personas. Aprendió sus primeras letras con el maestro nacional Juan Hernández de Paz, por quien siempre sintió profunda admiración, cariño y respeto, siendo en unión de sus compañeros y amigos Eudoxio Hernández Ortega y Narciso Hernández Cruz, activo promotor del homenaje a su memoria que se le tributó el 28 de agosto de 1992 en su pueblo natal.
Siendo un muchacho se trasladó al seminario de La Laguna, donde inició estudios eclesiásticos, que abandonó tiempo después, cuando decidió hacerse marino mercante. Primero navegó durante el segundo semestre de 1945 como marinero en el pesquero San Pedro. En 1947 ingresó en la Escuela Oficial de Náutica de Santa Cruz de Tenerife, de la que salió alumno en 1950. Hizo las prácticas de agregado en los buques León y Castillo, Isla de Tenerife y Lanzarote, de Compañía Trasmediterránea y en noviembre de 1955 obtuvo el título de piloto de la Marina Mercante de primera clase.
Durante cinco años, y por motivos familiares, Ángel Jaime Hernández de Paz regresó a Fuencaliente de La Palma, donde abrió una academia preparatoria en la que estudiaron jóvenes del pueblo. Todos aquellos que después fueron al Instituto de la capital palmera –único que entonces existía en la isla– y más tarde cursaron estudios universitarios sienten desde hace mucho tiempo la honra de haber sido alumnos suyos, al aprobar sin dificultades los exámenes de ingreso. En 1955 contrajo matrimonio con Blanca Hernández Ortega, en ceremonia celebrada en la iglesia de San Antonio abad, en Fuencaliente de La Palma y de cuya unión nacieron tres hijos.
La llamada del mar, sin embargo, permanecía latente en su espíritu aventurero. En abril de 1960 embarcó durante unos días como tercer oficial interino del petrolero Gobeo y en octubre de ese mismo año en el buque Joh. Gorthon, de la compañía sueca Gorthon Line, en el que desempeñó los empleos de tercero, segundo y primer oficial. El citado buque era, entonces el “flag ship” de la citada naviera, de grato recuerdo en los puertos canarios. Durante esta etapa navegó en viajes de altura en el transporte de fruta y cargas frigoríficas.
Es de destacar, en particular, un viaje efectuado en 1961, en el que hizo escala en el puerto de Santa Cruz de La Palma. Desde Shanghái (China), el capitán recibió órdenes de proceder al puerto de Riga vía canal de Suez. Luego siguió a Hamburgo, donde entró en dique seco para reparaciones y a continuación se hizo de nuevo a la mar rumbo al Caribe a cargar fruta. Estando en alta mar recibió orden de dirigirse al puerto de Santa Cruz de La Palma para cargar plátanos con destino a Finlandia, en sustitución de otro barco de su misma contraseña adscrito a la línea Tenerife-Gran Canaria-La Palma-Helsinki.
Con sus hijos pequeños y siempre con el ánimo de regresar a España, y aunque en los barcos extranjeros se ganaba más, en agosto de 1962 embarcó en Naviera Aznar, siendo tercero y segundo oficial en el buque frutero Monte de la Esperanza, un barco de interesante historia marinera, que había sido un minador de la U.S. Navy durante la Segunda Guerra Mundial.
En marzo de 1963 ingresó en la Armada española, logrando así una de sus grandes aspiraciones, en calidad de oficial de la Reserva Naval Activa (RNA), en la que permaneció por espacio de casi once años. Hizo la especialidad de artillería naval y, en concreto, en los cañones antiaéreos Bofors de fabricación sueca. Con los empleos de alférez de navío y teniente de navío, respectivamente, desempeñó los destinos de director de tiro de la corbeta Nautilus, segundo comandante del dragaminas Segura, segundo comandante del remolcador de altura RA-5, segundo comandante del hidrográfico Cástor y comandante de la barcaza de desembarco K-3. Estuvo destinado, además, en la Comandancia Militar de Marina de Santa Cruz de Tenerife, en una etapa de intenso trabajo.
En febrero de 1967 obtuvo el título de capitán de la Marina Mercante, tras los exámenes que entonces se celebraban en Madrid. En reconocimiento a su trayectoria en la Armada, recibió la Cruz del Mérito Naval con distinEn mayo de 1975 obtuvo excedencia, a petición propia, para ocupar plaza de práctico del puerto de Los Cristianos, en el que permaneció hasta su jubilación, en junio de 1996. Durante esta etapa, al igual que en las anteriores, desempeñó una gran labor, como lo acreditan las felicitaciones de las compañías y de los capitanes que operan en el citado puerto, así como de la Armada y de otras instituciones.
De su trayectoria profesional hay que resaltar, en grandes caracteres, tres aristas fundamentales, pues se trata del primer fuencalentero que obtuvo el título de capitán de la Marina Mercante, además de oficial de la Armada española (Reserva Naval Activa) y práctico de puerto, en este caso, como hemos comentado, del puerto de Los Cristianos. Falleció el 25 de diciembre de 2003 en su domicilio de la mencionada ciudad turística del sur de Tenerife. Unas horas antes, todavía en Nochebuena, habíamos cruzado nuestra tradicional llamada telefónica de felicitación navideña.
Desde siempre, Ángel Jaime –Jaime como le llamábamos todos– mantuvo estrechos vínculos con su pueblo natal y, en especial, a partir de su jubilación, donde pasó largas temporadas. Buen conversador, lleno de anécdotas, era un hombre estudioso –condición que le venía de familia–, rebosante de humanidad, cordialidad y respeto en consonancia con su notable formación humanística e intelectual, condiciones que constituían motivo de orgullo legítimo para quienes fuimos sus amigos.
Unas semanas después de su fallecimiento, sus cenizas fueron esparcidas en aguas de Fuencaliente de La Palma, cumpliendo así su voluntad. Su primogénito, Jaime Fernando Hernández Hernández y un grupo de familiares y amigos muy allegados asistimos a la emotiva despedida en las proximidades del faro centenario, situado donde la isla se hace proa y vértice, frente al océano casi infinito. En el fondo marino reposa una cruz de piedra volcánica con sus iniciales grabadas, vinculándose así para siempre con la mar que fue su vocación, su profesión y a la que tanto amó, al igual que a su familia y a su pueblo natal.
P.D. Nuestro especial agradecimiento a su hijo Jaime Fernando Hernández Hernández.
Notas:
[1] Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Angel Jaime Hernández de Paz, Hijo Predilecto de Fuencaliente. En Diario de Avisos, 20 de agosto de 2000.