El rosario de los recuerdos desgrana las cuentas de la memoria fértil de la amistad que, por espacio de algo más de cuatro décadas nos ha unido con Agustín Francisco de las Casas, admirado paisano, amigo y pariente. Porque tres han sido las condiciones del afecto singular mantenido durante tanto tiempo con este hombre de buen y bien hacer, quien el pasado 28 de abril emprendió la singladura eterna.
Admirado paisano porque pertenece a una generación de esfuerzo, trabajo, dedicación y sacrificio, forjada en la inmediata posguerra, hecha a sí misma con ambiciones legítimas de querer y poder ser más y mejores personas en la vida. Agustín Francisco de las Casas, Cachín, abandera a toda una generación de palmeros que demostró en edad temprana su temperamento y su capacidad de decisión para abordar el camino elegido.
En su juventud quiso ser militar de carrera y consiguió ingresar en la Academia General Militar de Zaragoza. Sin embargo, el fallecimiento de su padre en edad temprana le obligó a abandonar los estudios cuando se encontraba a mitad y regresó precipitadamente a La Palma para contribuir al sustento de su familia. Compaginó sus actividades comerciales con la dirección insular del Instituto Social de la Marina, etapa en la que el ISM abrió la Casa del Mar en Tazacorte y Santa Cruz de La Palma, mientras que en la zona norte atendía a los pescadores a pie de muelle en Puerto Spíndola.
Una de sus vocaciones singulares fue la música y el canto. Algo innato y consustancial con su entorno, pues su tía paterna Micaela Francisco fue una soprano de fama nacional; su hermana Mariola, que siguió la misma senda, también acreditó su trayectoria artística como soprano y profesora de canto y su hijo Agustín Manuel es músico profesional. En 1954 se incorporó a las filas de la agrupación fundada en 1948 y desde 1957 denominada Coros y Danzas de La Palma, dependiente de la Sección Femenina, del que fue su director durante una fructífera etapa.
Esta etapa corresponde a una intensa actividad musical y de viajes importantes que llevaron el nombre de La Palma muy lejos, como los realizados a la Exposición Internacional de Bruselas, Centroamérica (Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Panamá y El Salvador) y Venezuela, además de otros de índole nacional y regional, una grabación para TVE y el primer disco en el que, entre otros temas, recoge una versión del sirinoque que había sido rescatado por nuestro protagonista en Garafía. Nos contaba que estuvo varios días en los contornos norteños a lomos de un burro cruzando barrancos y visitando los poblados hasta que consiguió vencer la resistencia de quienes lo conocían y cantaron y bailaron esta pieza ancestral de nuestro folclore.
Años más tarde, Agustín Francisco de las Casas sintió de nuevo la llamada del compromiso musical. En 1985 contribuyó a la formación de la Agrupación Folclórica Las Nieves y después la rondalla Renacer, exponentes ambas de la importante tradición que existe en la Isla. Disfrutamos escuchándole cantar en numerosas ocasiones, pues el canto era una de sus vocaciones más arraigadas, algo que brotaba con inmediatez, melodía y sentimiento.
A propósito del nombre de la primera agrupación, llamada así en honor de la Patrona palmera que habita en el recoleto santuario del monte y en el corazón de todos los palmeros, en tan emotivo lugar mantuvimos encuentros en compañía de su hermano Pedro Manuel, un sacerdote culto y entusiasta que fue rector del Real Santuario de Nuestra Señora de las Nieves entre 1970 y 2012. Destacado defensor del patrimonio histórico-artístico, recordamos su empeño en hacer realidad el Museo Insular de Arte Sacro y la publicación “Ecos del Santuario”, en la que colaboramos en alguna ocasión.
En 1968 contrajo matrimonio con mi prima María Esther Curbelo Lorenzo, maestra nacional de trayectoria fecunda, de cuya unión nacieron dos hijos, Agustín Manuel y María Esther. Herederos de la tradición familiar, educados en el orden y el respeto, son dignos seguidores de la estela de sus padres, copartícipes de un entorno afectivo en el que los eternos valores y los principios morales constituyen elementos indisolubles.
El fútbol insular fue otra faceta importante en la vida de Agustín Francisco de las Casas. Socio, directivo y presidente entre 1984 y 1992 de la Sociedad Deportiva Tenisca, eterno rival del C.D. Mensajero. Etapa en la que el equipo merengue estuvo prácticamente todas las temporadas en los puestos de honor en la clasificación final, siendo de destacar dos meritorios terceros puestos en las temporadas 1987/88 y 1988/89.
Allá donde quiera que esté, a Agustín Francisco de las Casas le acompañará siempre su amor sin límites por La Palma. Algo que demostró con indudable generosidad a lo largo de su vida terrenal y que es cualidad de la generación a la que pertenece. La memoria fértil a la que nos referíamos al principio nos hace evocar multitud de recuerdos acumulados a lo largo de tantos años que trascienden la naturaleza de estas líneas, que están escritas con todo el afecto y el cariño a quien hizo honor a la amistad.
Descanse en paz.
Foto: Agustín M. Francisco Curbelo