Es conocido que Aena cobra unos alquileres desorbitados a las empresas que tienen locales en los aeropuertos españoles, con lo cual, el precio de venta al público también está fuera de contexto, sobre todo en el caso de cafeterías y otros establecimientos de comida, algo muy necesario en una red nacional donde se mueven miles de pasajeros cada día.
En estos días y como un aparente gesto de “consideración” hacia los usuarios, después de las muchas quejas recibidas a través del Defensor del Pueblo, AENA dice que obligará a las tiendas y empresas dedicadas a la gestión de máquinas expendedoras a que el precio venta al público de una botella plástica pequeña (33 cl.) o mediana (50 cl.) de agua tenga el precio máximo de un euro.
El agua es un bien necesario, no es un lujo y el precio en los aeropuertos sigue siendo caro y deja un margen de beneficio considerable. Tanto que, por ejemplo, a día de hoy, un litro de combustible de aviación (ATK) para un cliente normal, sin “consideración especial”, es de 0,863 euros. Y decimos sin “consideración especial” porque en el negocio del combustible, como en tantos otros, hay clientes y clientes.
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