Quizás haya exagerado Juan Ramsden, coordinador de Binter, en su apreciación de que “nos han colocado en una diana” ante las “exigencias” del presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, Antonio Morales y su vicepresidente, Carmelo Ramírez, en su ocurrencia gratuita para que la aerolínea deje de volar a la capital del Sahara. Deje Juan Ramsden “la sorpresa y la molestia” para otro momento, que no es para tanto, pues tales opiniones difícilmente van a cambiar el curso de las relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países. Otra cosa es que existiera unanimidad política y social o un clamor popular en Canarias para que ello fuera así, y no es el caso.
Pensamos que no existe tal diana y que Antonio Morales y Carmelo Ramírez, como políticos al uso que son, hábiles y veteranos, habrán aprovechado la oportunidad para conseguir un titular en los medios de comunicación, que ya forma parte de la hemeroteca de la antología del disparate. Ellos mismos se han retratado en sus apreciaciones, lo cual nos ha hecho recordar aquel divertido vuelo en el que iba Ramírez junto a otros correligionarios y las autoridades marroquíes los devolvieron por el mismo camino por el que habían ido.
Binter lleva volando catorce años a la ciudad de El Aáiun y a otros destinos del país magrebí, donde tiene una considerable implantación y ofrece un servicio de calidad. Su contribución a la mejor conectividad entre Canarias y Marruecos es evidente. Mueve unos 20.000 pasajeros anuales, lo que es una cifra importante en los coeficientes de ocupación de una línea que tiene demanda, pues existen lazos comerciales desde hace mucho tiempo que se han ampliado en el espectro turístico, y comparte mercado con la competencia que supone Royal Air Maroc, a la que, por cierto, no incluye la «exigencia» de retirada de ambos políticos.
Foto: Alberto Pérez Fernández