Durante algunos años el primer «Monteleón», de CEPSA, ostentó el honroso título de ser el petrolero más viejo del mundo en servicio activo.[1] El 19 de marzo de 1966, festividad de San José, el buque se encontraba atracado en el muelle de la Hondura, en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, a donde había llegado procedente de Tarragona y el personal de servicio preparaba tanques para recibir un cargamento de asfalto. El número de tripulantes era de treinta, pero la mayoría de ellos, por la festividad del día, estaban en tierra disfrutando de sus familias, ya que la mayoría eran residentes en la isla.
Poco después de acoplar mangueras y en el momento de empezar la carga, de pronto, una súbita explosión, seguida de violento incendio, segó la vida del grupo que en aquel momento cumplía con su trabajo en cubierta y en el muelle de la Hondura. Los dos fallecidos que el accidente se cobró en los primeros momentos formaron parte, en el transcurso de las horas, en un total de siete, pues cinco de ellos no lograron sobrevivir a las gravísimas quemaduras sufridas.
Los fallecidos fueron: Jesús López Iglesias (segundo oficial), Carlos Florencio Santurino (radiotelegrafista), Antonio Alberto Fraga Castro (cocinero), Juan Fernández Álvarez (marmitón), Feliciano Olveira Crujiera (marinero), Ramón Marrero Díaz (ayudante de cámara) y Manuel Herrera Rodríguez (marinero del muelle de La Hondura). Hoy se cumplen 50 años de su trágico fallecimiento. Vaya para ellos nuestro recuerdo, así como para los heridos de gravedad, Pedro Gurriana, José González Benítez, Juan García Rodríguez, Víctor Sosa Hernández y Feliciano Almeida.
A la llamada de auxilio acudieron los bomberos de la refinería y de la capital tinerfeña, así como las autoridades civiles y militares, los directivos CEPSA y muchos compañeros de tierra y tripulantes de la flota residentes en la ciudad que, en un acto espontáneo y humanitario, llegaron al lugar del siniestro para prestar su ayuda ante la impresionante. Un testigo presencial declaró que en el momento de la explosión, el petrolero fue sacudido con violencia, se levantó sobre el agua y el fuego se propagó inmediatamente de proa a popa.[2] En los duques de alba se encontraba atracado el petrolero español «José Calvo Sotelo», que consiguió arrancar la máquina y alejarse del escenario infernal.
Cuando el fuego pudo ser dominado, la anacrónica estampa marinera del veterano «Monteleón» mostraba las huellas de la tragedia. Los remolcadores «CEPSA» y «CEPSA Segundo» que acudieron en su ayuda lo abrieron del muelle y durante varios días permaneció fondeado en el antepuerto, hasta que CEPSA decidió llevarlo a la Península y venderlo para desguace. Así, “bajo negro palio de humo”, en el decir marinero del periodista e historiador naval Juan Antonio Padrón Albornoz se fue de la mar, para siempre, el viejo «Monteleón» enmarcado en anacrónica estampa: branque recto y popa de espejo, con palos altos en candela a son de la chimenea, en un casco de escasa obra muerta y 66 años de historia marinera sobre sus cuadernas.
«Tiflis». Un barco histórico
Construcción número 704 del histórico astillero Armstrong & Whitworth, en Newcastle, resbaló por la grada el 22 de junio de 1900 y en el mes de septiembre salió a navegar bautizado con el nombre de «Tiflis», bandera belga y contraseña de la naviera S.A. Pour L’ Importation des Huiles de Graissage, con sede en Amberes. Un año después la compañía propietaria se fusionó con otras empresas belgas, interesadas asimismo en el transporte de crudos y derivados. Entonces se fundó la S.A. d’Armement, d’Industrie et de Comerce, también con sede en Amberes, a la cual pasó el «Tiflis» con el resto de la flota de Ch. Good.
En 1914, tras la ruptura de la paz europea, Bélgica vio sus fronteras violadas y también su neutralidad, pero el petrolero «Tiflis» continuó sus singladuras administrado por una de las varias filiales que sus armadores tenían en Londres y París. El 3 de marzo de 1915, cuando el buque se encontraba en la maniobra de salida del puerto de Alicante después de la descarga de 1.400 toneladas de combustible para los depósitos de la Sociedad Deutsch y Cía., se produjo una violenta explosión en el tanque de proa seguida de un espectacular incendio.
Un día después se repitieron dos nuevas explosiones y cuando las llamas pudieron ser sofocadas tras grandes esfuerzos, en la hora del recuento faltaron cuatro tripulantes, de un total de treinta, entre los que había un español y un argentino. El capitán Charles Zystor intentó sacar el barco de la bahía y vararlo en una playa cercana, pero la intensidad del fuego lo hizo imposible.[3] A pesar de los graves daños sufridos, el buque fue reparado provisionalmente en el puerto alicantino y después se dirigió a Inglaterra, donde se completaron las obras.
En 1916 la propiedad oficial del petrolero «Tiflis» pasó a la sociedad Tiflis Steamship Co. Ltd. –es posible que el buque fuera propiedad de Echevarrieta y Larrinaga y estuviera fletado a la citada compañía- y un año después pasó a enarbolar la contraseña de Lane & MacAndrew Ltd. y T.W. Taplin & Co. Ltd., con sede en Londres. Ambas navieras tenían a su cargo los numerosos petroleros fletados para prestar los servicios auxiliares de la Royal Navy. Como señala José Luis Gutiérrez Molina, “durante la guerra ya había comprado un petrolero que no pudo utilizar al serle incautado por el gobierno británico para utilizarlo en el abastecimiento de sus buques en el mar Negro”.[4]
Durante la guerra, el petrolero «Tiflis» montó a popa una pieza de 76 mm., y permaneció operativo como buque nodriza para el suministro de combustible a los buques de superficie y sumergibles de la Royal Navy presentes en la zona citada. Cuando acabó la contienda el barco se reparó en el astillero gaditano Echevarrieta y Larrinaga, propiedad de Horacio Echevarrieta, con cargo al gobierno británico y en 1920 comenzó su historia bajo bandera española, cuando el petrolero pasó oficialmente a la propiedad del citado industrial y en ese mismo año a la Compañía Vasco-Valenciana de Navegación, con sede en Bilbao, siendo fletado a la Sociedad Petrolífera Española.
En el movimiento de entrada de buques al puerto de Barcelona de noviembre de 1930 aparece la reseña del vapor «Tiflis», “de Batoum, con petróleo”.[5] En agosto de 1934 el barco pasó a la propiedad de CAMPSA –capitán, Carlos Miguel Zubillaga–, que lo adquirió en poco más de 200.000 pesetas. De sus compañeros de flota, los buques «Ebros» y «Eduardo» fueron convertidos en pontones petroleros. En el citado año su nombre desapareció del Lloyd’s Register y a partir de entonces pasó a desempeñar el humilde oficio de pontón petrolero.
Al comienzo de la guerra civil española el petrolero «Tiflis» estaba amarrado en el puerto de Vigo, ordenándose su rehabilitación para volver al servicio y en octubre de 1939 dio su primer viaje sin escolta a la refinería de Santa Cruz de Tenerife, “reclutándose su oficialidad y la mayoría de la dotación entre marineros de CAMPSA”.[6] También actuó como pontón de suministro en aguas de Mallorca y participó en diversos convoyes nacionales de aprovisionamiento.
«Campestre»
A finales de 1940, con el mundo de nuevo en guerra, el petrolero «Tiflis» fue remolcado al astillero de Unión Naval de Levante. El 15 de mayo de 1941 se iniciaron las obras para dejarlo en condiciones de realizar viajes de altura, finalizando los trabajos el 13 de abril de 1943. La memoria del astillero dice que “la necesidad de petroleros forzó a la CAMPSA a ordenar la habilitación de su viejo vapor «Tiflis» (hoy «Campestre»), para cubrir la línea directa con las factorías de Norteamérica y Venezuela. Hubo que vencer grandes dificultades y realizar trabajos de consideración; se sustituyó el carbón por fuel-oil y con una nueva hélice se consiguieron velocidades desconocidas por este buque”.[7]
Aquel pontón petrolero había tomado nueva estampa marinera y con el nuevo nombre de «Campestre» –capitán, Alfredo Palazuelos Morante– volvió a navegar con la contraseña de CAMPSA. A pesar de su escasa capacidad de tanques resultó una ayuda estimable en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, pues cruzó repetidas veces el Atlántico en busca del crudo venezolano. Llevaba entonces el casco pintado con los colores nacionales en amuras y aletas y, a media eslora, su nombre y nacionalidad en grandes caracteres blancos.
Pero no sólo fue España quien se benefició entonces de los servicios del veterano petrolero. Hasta finales de 1945, conjuntamente con otros buques españoles, realizó viajes por cuenta del Instituto Portugués de Combustíveis (IPC). Cuando acabó la guerra, e innecesario para los servicios de altura, el buque-tanque «Campestre» quedó relegado al cabotaje peninsular, con algunos viajes esporádicos a la refinería de Tenerife. Estrenando el año 1948, el 4 de enero embarrancó en Bonanza, aunque entonces pudo ser reflotado sin que se apreciaran daños graves.[8]
Por entonces era un buque de 3.030 toneladas brutas, 1.067 toneladas netas y 4.433 toneladas de peso muerto, en un casco de 96 m de eslora total –92,45 m de eslora entre perpendiculares–, 12,19 m de manga, 7,64 m de puntal y 6,25 m de calado. Estaba propulsado por una máquina alternativa de triple expansión, fabricada en los talleres de la firma Wallsend Slipway Co., que tomaba vapor de dos calderas escocesas de llama en retorno y desarrollaba una potencia de 1.400 caballos sobre un eje y alcanzaba una velocidad de 10 nudos con buen tiempo.
«Monteleón»
Después vino una nueva etapa de amarre y en 1958 lo compró CEPSA en 216.208 pesetas, con el objeto de acondicionarlo para el transporte de emulsiones asfálticas, con lo que se convirtió en el primer buque asfaltero del país, ocupándose el astillero de Unión Naval de Levante de acondicionarlo para tal fin. El primer capitán de esta nueva etapa fue Ricardo Dulanto Unceta y Domingo ‘Txomin’ Legarza Iturraspe, su primer maquinista. Rebautizado «Monteleón», conservó su matrícula gaditana y a partir de entonces se convirtió en un asiduo visitante del puerto tinerfeño. Sin embargo, cuando ya se pensaba en su sustitución por una unidad más moderna, ocurrió la fatal explosión del 19 de marzo de 1966, que marcó el final apresurado de su vida marinera.
El destino del veterano «Monteleón» quedó sellado. Escoltado por el petrolero «Ciudad Rodrigo», zarpó rumbo a Cádiz y en sus últimas singladuras lo impulsó la vieja máquina de vapor y era gobernado con el timón situado a popa. El 21 de mayo siguiente dio fondo en las aguas de la bahía gaditana, donde se desmontaron las calderas, las bombas y otros elementos utilizables y luego remolcado hasta el puerto de Gijón, a donde arribó el 1 de septiembre siguiente, se procedió a la entrega del buque a los chatarreros de Avilés que le corrieron soplete.[9] Y cuando ello sucedió desapareció el petrolero más viejo del mundo.
Notas:
[1] Entonces existía el petrolero mexicano San Luciano, de la Compañía del Boleo que, si bien le aventajaba en sólo un par de años, primero había sido construido como carguero y años más tarde sus bodegas fueron sustituidas por tanques cilíndricos.
[2] El Día, 20 de marzo de 1966.
[3] Los detalles del trágico suceso pueden consultarse con amplitud en el artículo de Vicente Sanahuja titulado “El incendio del Tiflis”, publicado el 27 de diciembre de 2009 en su página web www.vidamaritima.com, así como el artículo titulado “La horrenda explosión que marcó una historia”, de Juan José Amores, en la página web www.alicantevivo.org.
[4] Gutiérrez Molina, José Luis. Capital vasco e industria andaluza. El astillero Echevarrieta y Larrinaga de Cádiz (1917-1952). p 118. Cádiz.
[5] La Vanguardia, 15 de noviembre de 1930.
[6] Martínez Gil, Alfonso. Cincuentenario de la flota del Monopolio de Petróleos 1927-1977, p. 28. Madrid, 1977.
[7] Janini, Álvaro (librero director). Unión Naval de Levante, S.A. Conmemoración del XXV aniversario de su fundación. p. 149. Valencia, 1949.
[8] Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Escala en el Atlántico. El puerto de Tenerife y la refinería de CEPSA. p. 243. Santa Cruz de Tenerife, 2006.
[9] Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Gris naval en la Marina Mercante española. pp. 444. Santa Cruz de Tenerife, 2013.
Bibliografía
Amores, Juan José. La horrenda explosión que marcó una historia. En www.alicantevivo.org.
Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Escala en el Atlántico. El puerto de Tenerife y la refinería de CEPSA. Santa Cruz de Tenerife, 2006.
Díaz Lorenzo, Juan Carlos. Gris naval en la Marina Mercante española. Santa Cruz de Tenerife, 2013.
Gutiérrez Molina, José Luis. Capital vasco e industria andaluza. El astillero Echevarrieta y Larrinaga de Cádiz (1917-1952). Cádiz.
Janini, Álvaro (librero director). Unión Naval de Levante, S.A. Conmemoración del XXV aniversario de su fundación. Valencia, 1949.
Martínez Gil, Alfonso. Cincuentenario de la flota del Monopolio de Petróleos 1927-1977. Madrid, 1977.
Sanahuja, Vicente. El incendio del Tiflis. En www.vidamaritima.com.
Fotos: Archivo de Juan Carlos Díaz Lorenzo y Juan Antonio Padrón Albornoz (Universidad de La Laguna)