A principios del pasado siglo, concretamente en el verano de 1903, un navegante y explorador francés Jean Baptiste Charcot, se encontraba alistando en el puerto de El Havre el buque “Le Francais”, una goleta de tres palos, de casco de madera, para hacer una expedición a la Antártida.
Inmerso en pleno acopio de material de todo tipo, pertrechos, víveres, etc., el 30 de julio del citado 1903, dirigió una carta a la dirección de la fábrica del españolísimo “Anís del Mono”, solicitando de manera urgente que les enviasen 125 botellas del citado producto para, según rezaba en la carta de petición “poder sobrellevar los rigores de la expedición”.
Por descontado la fábrica de Badalona sirvió el pedido, botellas que se iban a convertir muy probablemente en el primer producto con “denominación de origen español” que participaría en una expedición al continente helado. Esta campaña de Charcot resultaría todo un éxito, pues solo durante ese invierno recorrería casi mil kilómetros de costa, levantando las primeras cartas náuticas de los inexplorados parajes de la tierra de Graham, de isla Adelaida y del archipiélago Palmer, principalmente, no regresando a Europa hasta marzo de 1905.
Medio siglo después de aquello, los fabricantes del anís incluyeron la carta original de Charcot en una campaña publicitaria, que les ayudara a relanzar la marca, que hoy día sigue deleitando los paladares de miles de hogares.
Pasaron los años y este pionero francés siguió haciendo diversas campañas (llegó a ir hasta Groenlandia), hasta su fallecimiento en 1936, que le sobrevino en un naufragio, como él realmente hubiese deseado, cuando regresaba de una de ellas. Su cuerpo descansa hoy en el cementerio francés de Montmartre mientras su barco, el “Le Francais” del que se hizo cargo una fundación, se conserva hoy restaurado y visitable en el puerto francés de Saint-Maló.
Años más tarde de aquellos inicios del siglo XX, España comenzaría su andadura antártica con el velero «Idus de Marzo», para posteriormente habilitar el remolcador de altura «Las Palmas” como buque polar, que posibilitó el tener presencia antártica cada año, a lo que luego se sumó el «Hespérides», pero aquel largo centenar de botellas del españolísimo «Anís del mono», fueron sin duda los pioneros patrios en poder decir, si hubieran podido hablar, aquello de «yo ya estuve allí antes que vosotros».





Fotos: archivo y autoría de Diego Quevedo Carmona
5 comentarios
Impresionante que ese anís del monorrr (cómo diría nuestro entrañable Chiquito de Calzada) tenga más de un siglo de historia. Increíble, ¡¡ quién lo diría !! . Yo, al menos, no lo sabía.
A título de curiosidad decir que la cara del mono es la de Charles Darwin.
Leí una vez que la cara del mono es la de Charles Darwin, porque el fundador de la marca era contrario a la teoría de la evolución y quiso vengarse así del ilustre científico.
Muchos ignoran el texto que puede leerse en el pergamino que sostiene el Mono.
En el se define la exclusiva calidad de este destilado.
Saludos desde Maracaibo, Venezuela..cuando estudiante universitario, lo tomamos con mucha frecuencia..porqué era muy económico para el época..hace..unos..50 años..éxitos.. Qdlb