No parece, a priori, que los sindicatos con representación en Iberia estén por la labor de hacer más concesiones al holding IAG, propietario de la aerolínea, en su anunciada pretensión de contener los nuevos convenios después de cinco años de duros ajustes. Y para ello envían un aviso claro ante la buena situación por la que atraviesa la compañía, considerando que ha llegado el momento en el que “se deben recuperar los sacrificios” de sus trabajadores para ganar en motivación, poder adquisitivo y calidad del servicio.
Sacrificios traducidos en una importante rebaja salarial que los empleados de Iberia han aceptado conscientes de la situación de crisis del sector y para mantener la competitividad de la compañía. La aplicación de tales recortes ha permitido reducir este concepto en 275 millones de euros, al pasar de 1.188 millones en 2012 a 912 millones de euros en 2015, además de facilitar el lanzamiento de Level con producción de Iberia y la aceptación de niveles propios de las aerolíneas low cost, entre otros aspectos.
Sin embargo, parece que la cúpula de Iberia no lo entiende así y quiere mantener la tuerca en la posición en la que se encuentra desde hace tiempo. De modo que el presidente de la compañía, Luis Gallego, ha dicho que las variaciones en el nuevo convenio colectivo deberían ser la base del crecimiento y la reducción del coste laboral por cada asiento ofertado. Dicho de otra manera, las expectativas, a pesar del buen momento por el que atraviesa Iberia, quedan como están o incluso tocan a la baja y recaerán sobre los sufridos trabajadores. Es curioso que Gallego haya lanzado este mensaje en el “día del inversor de IAG”.
En el convenio de 2014, los pilotos vieron reducido su salario en un 14%, además de la congelación de los complementos, un aumento de la productividad en casi 250 horas anuales, la reducción en el número de pilotos en vuelos de largo recorrido y un salario mínimo de 35.000 euros anuales brutos para los de nuevo ingreso, frente a los 67.000 euros brutos mínimos vigentes entonces.
Los TCP’s se llevaron, asimismo, un recorte salarial del 14% y entre otros aspectos, se estableció un máximo de 900 horas de vuelo anuales y una rebaja de dos mil euros brutos, redondeado el salario en unos 20.000 euros. La reducción para el personal de tierra está fijada en el siete por ciento desde 2013, así como la congelación durante dos años y los incrementos posteriores condicionados a la rentabilidad de la empresa, además de otros condicionantes referidos a antigüedad y flexibilidades.
Foto: Bene Riobó